Querida Laurita,
Celebración por el Día del Gráfico, 2009. |
Estar más de 20 años en un mismo lugar de trabajo es una prueba de tenacidad y constancia. Pero ser el motor y a la vez el alma de Revista FAMILIA por todo ese tiempo y sin descanso, significa haber grabado su nombre en nuestra ingrata y olvidadiza memoria personal y colectiva. No quiero que suene a lisonja ni a exageración. Pero me juego la boca a que la transformación inicial de la Revista, su consolidación como una publicación moderna y su boom de cada domingo no hubiesen ocurrido sin Laurita. Esa marca que se vocea en las calles, esa revista que se guarda en los consultorios, que se pide en las aulas de clase, que tantos coleccionan… es un espejo de Laura de Jarrín. O viceversa. Así son ambas: Positivas, dinámicas y versátiles, entretenidas, fáciles de querer, con infaltables espacios para la reflexión, el humor y la solidaridad. Con alguno que otro dardo necesario y que siempre se lanza de forma inteligente, elegante. Ambas, Laurita y la Revista, son fragmentos de la esencia de la vida, en los que a menudo se encuentran inesperados tesoros. Estoy segura que las generaciones de lectores que crecimos leyendo FAMILIA cada domingo, no olvidaremos nunca el nombre de la pícara cotorra ni de sus cotorreos dominicales. (Sugerencia al Director: Ojalá ese espacio pudiera ser vitalicio, se evitaría un sufrimiento numeroso).
En la vuelta al jardín, después del almuerzo. Llevamos un polizón en mi panza. 2013. |
Laurita es una niña sabia, con quien el trabajo se disfruta como en el mejor juego de infancia. Haciendo eco de Oscar Wilde, uno de sus escritores favoritos; Laurita sabe que la vida es demasiado importante como para tomársela tan en serio. Y el eco de su risa, el tecleo rápido de sus dedos de uñas siempre pintadas, el sonido de sus pisadas veloces y sus tacones, no se borrarán de mi memoria ni de la memoria de El Comercio.
Parte del equipode Revista FAMILIA. Pasado, presente y futuro (2015). |
Me ‘muerito’, como siempre, nos endulzamos en la conversa y es hora de cerrar. Solo déjenme repetir: esta no es despedida, Laurita querida, es un AGRADECIMIENTO por haber compartido con nosotros una parte de su vida y por haber dejado una maravillosa e imborrable marca en mí. En todos nosotros.
Esto sí va con infinito amor.
Cristina Arboleda
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