29.3.15

Un cotorreo para Laura de Jarrín

Quito, 28 de marzo de 2015

Querida Laurita,

Celebración por el Día del Gráfico, 2009.
 Como se imaginará, este cotorreo es sobre usted. Pero tengo que partir diciendo que no es ni el último cotorreo ni tampoco una despedida. Las personas excepcionales, que rompen el orden del rebaño, que son tan ellas mismas, van dejando sus muy particulares huellas en cada paso que dan. Por eso jamás se van y jamás se olvidan.

Estar más de 20 años en un mismo lugar de trabajo es una prueba de tenacidad y constancia. Pero ser el motor y a la vez el alma de Revista FAMILIA por todo ese tiempo y sin descanso, significa haber grabado su nombre en nuestra ingrata y olvidadiza memoria personal y colectiva. No quiero que suene a lisonja ni a exageración. Pero me juego la boca a que la transformación inicial de la Revista, su consolidación como una publicación moderna y su boom de cada domingo no hubiesen ocurrido sin Laurita. Esa marca que se vocea en las calles, esa revista que se guarda en los consultorios, que se pide en las aulas de clase, que tantos coleccionan… es un espejo de Laura de Jarrín. O viceversa. Así son ambas: Positivas, dinámicas y versátiles, entretenidas, fáciles de querer, con infaltables espacios para la reflexión, el humor y la solidaridad. Con alguno que otro dardo necesario y que siempre se lanza de forma inteligente, elegante. Ambas, Laurita y la Revista, son fragmentos de la esencia de la vida, en los que a menudo se encuentran inesperados tesoros. Estoy segura que las generaciones de lectores que crecimos leyendo FAMILIA cada domingo, no olvidaremos nunca el nombre de la pícara cotorra ni de sus cotorreos dominicales. (Sugerencia al Director: Ojalá ese espacio pudiera ser vitalicio, se evitaría un sufrimiento numeroso).


Quienes hemos tenido la suerte de trabajar cerca de Laura, me entenderán. Ella es una jefa distinta y una editora muy especial. No exige sin dar primero ejemplo. No se asusta ante los cambios. No se estresa (o no se estresa agresivamente jaja) ni cuando la revista crece de 36 páginas a 100. No edita sin escribir. Es una de las mejores conversadoras que he conocido, por su inteligencia, su sabiduría, su humor y su sencillez: con ella se puede hablar de cualquier cosa, de historia, literatura, política, de moda, del amor y de la calle. Siempre se da tiempo para reflexionar, siempre está presta a escuchar, a conversar, a tomarse un coffee, A VIVIR y a REÍR. Esa ha sido para mí su mayor enseñanza: que los días no pasen sin haberlos vivido intensamente, que no pasen sin haber puesto el corazón en cada instante.
 
En la vuelta al jardín, después del almuerzo.
Llevamos un polizón en mi panza. 2013.
Cuando, años atrás, la oficina de Laurita era independiente y no trabajábamos codo a codo (como –literalmente– ocurrió después), aún con la puerta cerrada escuchábamos su “discreta” risa y frente a los computadores, sin conocer el chiste, todos nos contagiábamos de sus carcajadas. La alegría y la energía de Laurita, que se regaban como un virus, eran el mejor antídoto a la rutina y a los días grises.

 
Laurita es una niña sabia, con quien el trabajo se disfruta como en el mejor juego de infancia. Haciendo eco de Oscar Wilde, uno de sus escritores favoritos; Laurita sabe que la vida es demasiado importante como para tomársela tan en serio. Y el eco de su risa, el tecleo rápido de sus dedos de uñas siempre pintadas, el sonido de sus pisadas veloces y sus tacones, no se borrarán de mi memoria ni de la memoria de El Comercio.


Parte del equipode Revista FAMILIA. Pasado, presente y futuro (2015).


Pero Laurita, mi cotorra favorita, no es de jaulas. Y ha sido tan largo y productivo su paso por FAMILIA, por GRUPO EL COMERCIO, que ya venía siendo hora de levantar vuelo. Estire nomás sus alas, Laurita, que hay otros cielos aún más azules y más altos para surcar.

 Me ‘muerito’, como siempre, nos endulzamos en la conversa y es hora de cerrar. Solo déjenme repetir: esta no es despedida, Laurita querida, es un AGRADECIMIENTO por haber compartido con nosotros una parte de su vida y por haber dejado una maravillosa e imborrable marca en mí. En todos nosotros.

Esto sí va con infinito amor.

Cristina Arboleda

No hay comentarios: