25.3.11

A la hora del almuerzo*

A tu memoria

Una piedra en la garganta
tu mirada
tras esos cristales

Egoísmo
tus ojos
en el desierto.

Alzar las manos
¡egoísmo!
tu nombre
apretando la roca de la garganta
entre los mares noctámbulos.

Egoísta
también el silencio
como Dios esconde
tu silbido
de las siete de la mañana
tus manos
en el órgano de las seis de la tarde.

Memoria
¡niña egoísta!
suelta su mano
aprende a cruzar la calle.

En alguna mesa nos vamos a encontrar
¿me dejarás acompañar tu almuerzo?
A la derecha
todavía
resérvame un
espacio.

















*Poema de María Cristina Arboleda Puente, publicado por primera vez en la revista LETRAS DEL ECUADOR # 191 (mayo 2007), de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

1.3.11

quito con lluvia


dejan la inmensidad de la altura
la leve corporeidad de la nube
se mueven y estallan en un
luminoso estruendo
y   c
       a
         e
           n
bailando al vacío

sobre el asfalto son el sudor
de esta ciudad que nos
moja el deseo

*Foto: Pertenece a Romulo Fotos, en Flickr.com

Ella y el sillón

El sillón que tanto tiempo había tomado en repararse amaneció con unas líneas aberrantes: diminutos riachuelos de meado color amarillo neón.
–Otra vez ese maldito perro que metiste en la casa, tú tienes la culpa. Límpialo ya, que apesta y tanto que costó retapizarlo- vociferaba una voz gruesa de mujer.


Miró al perro que tenía ya la cola entre las patas y se escondía bajo una mesa. Respiró hondo y corrió tratando de no hacer ruido, dando pasos invisibles. Agarró un líquido espumoso, lo mezcló con agua y lo refregó con un trapo sobre la tela del mueble, mientras pensaba en todas las manchas que recorrían su cuerpo, y en las que su madre jamás se había fijado y nunca, ni por casualidad, las limpió con un trapo sucio de ternura.