27.11.09

10/10


Taxi
Originally uploaded by infografia

Ayer que volvía del cielo, un taxista con una gorra estilo hip hop, las cejas bien depiladas y unos ojos negros, grandes y brillantes como canicas, me decía que nos vayamos a Guayaquil. Tentada estuve de decir que sí, pero, en cambio, qué viaje tan largo, dije. Sugerí, entonces, que la playa queda más cerca. ¿Cuánto tiene, mija?, me dijo él con su camiseta azul eléctrico que encendía aún más su rostro, resaltando su barba mal tenida.

Aunque, de verdad, no tenía el más mínimo deseo de ir, tanteé la billetera. ¿Gorda?, no, no, más bien, desnutridita, la pobre. Uuuuhh, no tengo nada, solo 10 dólares. Bueno, reina, bromeaba, alzando las cejas, mirándome desde el espejo retrovisor, solo necesitamos para la diez, si tuviera 20 o 25, estaríamos hechos. Reí de buena gana, porque la conversación que inició como un chiste iba ahondando en cálculos e intenciones. El centro histórico nos obligaba a dar vueltas, y yo, que recién bajaba de las nubes, estaba con la presión bajita, y sentía que iba a vomitar. Suerte que ya no tengo que preguntarle cómo se llama, me decía él, porque la OP ya me dio su nombre. Miré el auto semituneado, con los vidrios polarizados, una sirena de patrulla en lugar de pito, un extraterrestre fosforescente que colgaba del espejo, como adorno, y banderitas del equipo de sus amores por todas partes, me parecía lo más divertido. Y con lo que tenemos, ¿hasta dónde nos avanza?, me arriesgué a preguntar. Vamos hasta donde nos dé el diez. ¿El qué? El diez, la gasolina, reina. Esas pepas negras me miraron de nuevo mediante el espejo y me dije: sí, me quiero ir a donde nos lleve el diez, con este taxista desconocido, que decía que jugaba fútbol religiosamente e iba a una iglesia cristiana por deporte, que tenía un hijo a quien llamaba ranita, que andaba separado de su mujer y yo, que no tenía ningún problema serio, que acaba de bajarme del cielo, que no tenía ganas de volver a la rutina, al trabajo, me dije, de nuevo, sí, vamos, a donde nos lleve el diez.

10.11.09

Venenos mortales

Lo había olvidado.


Guardaba pepas de uva en los zapatos
y sus dedos sabían a pan y vino.

Le llamaba chocolata al chocolate
y emergía entonces una mulataza
que se nos hacía agua negra en la boca.

Jugaba con los grandes arcanos,
hablaba a solas con el viento,
bailaba con bolas de fuego,
pero su sabor a gasolina y diesel,
me quemaba la lengua.

Me volvió invisible.
Mató por azar al monstruo
que dormía en el patio,
supo de mis juegos con la luna,
me confesó un crimen
y aunque lanzó sus deliciosas saetas,
la dualidad de los gemelos jamás cedió.



El abismo que se abrió en sus ojos me enmudeció los sentidos.



Todo desapareció con el último acto,
la chistera del mago,
el bastón que camuflaba algún peligro,
los naipes oscurísimos,
el cadáver más exquisito,
la demente soledad.

Pero el veneno había corrido
años atrás
cuando dejó de agazaparme desde las ramas de los árboles
y evitó su sangre alquímica en mi boca.


Houndini mil veces maldito,
cosechaste cráneos
y fallaste al enamorar a la muerte.

(NOTA: Esta no es la disposición gráfica exacta de mi texto).

19.10.09

Cuando no sé quién soy

Cuando más que nunca me siento fuera,
fuera,
un pez fuera del agua,
una especie aún no descubierta,
un extraterrestre,
un invasor.

Cuando me desconozco,
cuando no sé quién soy,
cuando me pierdo,

regreso
siempre
siempre
a la poesía.

(María Cristina Arboleda)
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Hoy me reencontré con la poesía de uno de los grandes, y aquí pongo dos de sus textos:

El peatón

Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.

Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran poeta!

Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les salga de las orejas?

¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peatón.

¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.

Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila.


Lento, amargo animal

Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
—maldita y arruinada soledad
sin uno mismo—
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro,
desde lo que no soy,
—mi piel como mi lengua—
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,
remoto —nada hay detrás—,
lejano, lejos, desconocido.

Lento, amargo animal
que soy, que he sido.

Jaime Sabines

2.10.09

Veinticuatro

Dormí muy mal y
                  encima,
el agua helada.
                  Sí, sí.
                  Es el viento o que ya no hay gas o la mala suerte.
¡El puto calefón!

Ponerse cualquier cosa.
Mirarse esa panza que crece
                                           y crece
                                                    y qué pereza.

Me seco los pelos,
me lavo los dientes
                                                                   y a la calle…

Una hora de maltrato, de oprimirse,
                                  de aplastarse,
                                  de olerse,
                                  de volverse uno con todos.
                                            El transporte público siempre es una tortura.

La agenda:
     1. Entrevista a la madre-que-además-de-ser-madre-también-juega-fútbol.
     2. Reportería: nuevos tratamientos para que las uñas no se caigan por el detergente.
     3. Y escribir algo, a cualquier hora, pero algo.

De vuelta a la jaula.
El perro.
              La madre.
                               Un libro, y siempre el mismo ritual:
                                                             mirarse al espejo, a solas,
                                                             la panza sigue ahí,
                                                             ahora se ve peor, por el cansancio.

Una camisa, un pantalón.
Agua en la cara,
espuma en la boca.

Él y yo a la cama
                                                          (o sea, mi perro y yo)

                                                                                 Y, adiós.

28.9.09

Quiero tu nombre


Detail of St Sebastian
Originally uploaded by Lawrence OP

Me gustaría tener en mis manos una luz líquida para escribir en la tierra negra las líneas fosforescentes y eternas de tu nombre.

Desafiar a la finitud de los cuerpos, a la oscuridad, a la gravedad, al viento, a la lluvia, a la memoria y esculpir tu nombre en un asteroide.

Quisiera morder cada una de tus letras, como si saboreara tu propia carne, hasta volverte parte de mi cuerpo.

Tatuar con fuego los alfabetos que me hablan de ti, en mis dedos y en las plantas de mis pies para imprimir tu nombre en todo lo que toco, en todos mis caminos.

Quiero ser tus letras para invocarte. Quiero siempre-siempre-siempre tu cuerpo.
Quiero tu nombre.

10.9.09

Aleteos


Snowwhite and 7 dwarfs??
Originally uploaded by parakeetpeach

Llevaba la llave en mi mano, moviéndola como si fuese un amuleto para ahuyentar la oscuridad. La introduje en el orificio de la cerradura, giré y la puerta se abrió. Mi perro no se asomó como acostumbra, ni me recibió con sus patas, su lengua y moviendo la cola. Mis pasos se adentraron rápidamente, pero, al cruzar el umbral sentí que algo se escurría detrás mío -como se siente el aletear de una polilla que se aproxima amenazante, como la respiración de quien espía mientras uno lee, como la presencia invisible, pero helada, de un espectro-.

Después, los rituales rutinarios: lavarse, quitarse la ropa, mirarse en el espejo el cuerpo desnudo y fatigado al final del día, ponerse el pijama, abrir las cobijas y meterse en la cama. Mi perro vela mi sueño. Me empuja, me lame y trata también de hacerme notar su presencia, quizás él piensa que soy yo quien vela su noche.

Mis ojos se cerraron y el sueño me vino fácil. Pero a la madrugada, la voz algo chillona de mamá me despertó.

-¡¿Qué tanto haces en el baño a esta hora?! -decía con un tono que denotaba cansancio y fastidio-.

-Estoy acostada, mamaaaá, ¿qué pasa? -dije con algo de rabia, mientras levantaba la cabeza para comprobar si estaba despierta-.

Que se oían pasos, que alguien abría y cerraba la llave, que se caían cosas, seguía alegando mamá. Mi cama está justo frente a la puerta de mi cuarto y ésta, a su vez, da al pasillo donde está el baño. Desde mi almohada podía ver si allí había luz y seguramente hubiese oído con claridad si alguien estaba adentro. Miré y no pasaba nada, la noche que empezaba a volverse día estaba tranquila, tampoco sentí miedo ni angustia y ni mi perro dio la más mínima señal de alarma. Sólo me puso la pata en la cara, como suele hacer cuando quiere llamar mi atención, pero esta vez fue como si estuviese diciendo, duérmete ya, niña tonta, que tienes que madrugar. Le hice caso, me acomodé y me sumergí en mis sueños otra vez.

No sé cuantos minutos transcurrieron, porque en el mundo onírico el tiempo es otro y no se mide por manecillas de reloj ni por la consciencia, sino por el número de emociones que se experimenten. De pronto volví a sentir ese extraño aleteo tenue, una respiración tibia, como de una polilla, quizá una 'tandacucha', ¡mierda!, en mi espalda que estaba semidescubierta hacia el lado izquierdo de mi cama, donde no estaba mi perro, no estaba nadie. Un aleteo de algo casi inmaterial. Un aleteo que no me dio miedo sino una sensación similar al asco. Me di vuelta rápidamente y miré a una criatura increíble. Así que tú entraste conmigo cuando llegué, pensé, con inusitada calma. Pero, ¿de dónde has salido? Era una enana fea, peluda, semitransparente, opaca, con una nariz chata y unos grandes ojos amarillentos. Me veía con asombro, como si estuviese viendo su fealdad en un espejo. En su rostro, brochazos de maquillajes coloridos y un labial violeta acentuaban lo grotesco de su mueca. Hice el ademán de levantarme y, ni bien me moví, ella (no vi su sexo, pero estoy segura que era una mujer, una hembra), esa tierna monstruosidad, salió disparada dejando a su paso sólo un viento tibio y en la penúltima grada dejó también un pelo grisáceo que guardo como trofeo de su presencia.

Giré a uno y otro lado, abrí bien mis ojos. Mi perro seguía profundamente dormido y, seguramente, en el cuarto contiguo mi madre reposaba también. Mejor me mojo la cara, es el cansancio, una alucinación, un sueño vívido. Me levanté por el lado derecho, caminé descalza sobre el piso de madera, lo sentí frío y apresuré el paso. La puerta estaba abierta, aunque recordaba que la última vez que la miré estaba totalmente cerrada. Entré y me tropecé con algo. Encendí la luz. ¿Quién estuvo hurgando en mis cosas?, pensé con furia. Polvos, sombras, lápices y labiales habían saltado del estante de vidrio celeste, donde permanecían pacíficamente. No, no habían saltado. Alguien los había tirado y ahora estaban tristes, lamentándose porque los despertaron a media madrugada. El más patético era el labial violeta, seguramente recordaba la aspereza de los terribles labios de la enana fea.

9.9.09

ME FUI A VOLVERRRR


dirty hands
Originally uploaded by analytik
Después de un largo trajinar, por aquí y por allá, de trabajar (ahora ya en serio, con horarios, responsabilidades y con menos tiempo libre), de crecer y crecer, de morir también un poco y renacer de muchas cosas, de aprender mucho también, de quitarme vendas y ponerme otras, he decidido revivir a mi moribundo blog.

En este huequito que lo aguanta todo y no tiene ni editor, ni horas de cierre, ni un mínimo o máximo de caracteres voy expresarme con "libertad" (que nunca es total, ni tan cierta), pero sobre todo quiero dar rienda suelta a mis ficciones.

También recuperaré y colgaré algunas entrevistas, perfiles o notas que haya publicado, en estos casi dos años de ausencia.

En fin, espero que lo que se viene sea bueno y me permita desquitar la tinta que guardan estas manos. ¡Estoy de vuelta!