19.11.07

plegaria


Quito. Sábado, 17 de noviembre. Dos pájaros de un tiro. Me encontré con mi fantasía inalcanzable: Joaquín Sabina. En un concierto de esos que sacan moco, baba y lágrima... hasta me puso enojada-triste porque quiero más Sabina, más Serrat, porque quisiera mirar a Sabinita bailando como en el video de "Paisanaje" por el resto de mi vida. Y quisiera darle un poema que se ha estado gestando desde hace algún tiempo, y aunque me hubiera gustado darle un libro de sonetos, aquí está algo que ustedes seguramente no juzgarán como poesía, pero aquí está y es para el mejor. Para tí, hasta siempre y nunca adiós.

cuerdas rotas

de guitarras roncas

ruedo por los

sonidos huecos de una voz en ruinas

caigo en el sombrero-noche-sin-fondo

de ceremoniales urbanos

y me arrimo al bastón verde que marca

el beat

del blues que se canta entre los senos de la ciudad

me cuelgo de esa boca

que cuenta

peces rojos sin mar

alborotados son

tacones ciegos que vienen y van

te tejo una plegaria de nombres de mujer y palabrotas

para ganar el último póker contra la enfermedad

la muerte es una niña vieja

aburrida

sola

y fea

que te quiere llevar

ahógala en un whisky color mediodía

en las cascadas que saben a limón y lluvia,

dale unos versos amargos al oído

que se duerma y que tú no te vayas,

que mil voces griten en todas tus calles

que tú no te has ido

y ella sí

…nunca te mueras, Joaquinito.

8.11.07

ELECCIONES VITALES

Una de las elecciones más importantes de mi vida ha sido la literatura. No sé exactamente cómo sucedió, ni cuándo fue, pero un día decidí ponerme esos enormes lentes que son la literatura y desde ellos miro, conozco, siento, amo, pienso, rabio, creo, hablo, vivo. Y dentro de esta elección, me enfrento continuamente a muchas otras, ahora por ejemplo: Opción A: no hacerme la estúpida y aceptar que el autor/lector tiene responsabilidad social y que todo acto de escritura-creación-lectura es un acto político. Opción B: seguir el juego a la peligrosa idea: “el principal compromiso del escritor es con su propia obra” o a la pose del arte por el arte o escribir/leer siguiendo las recetas del pluscuamperfecto idiota latinoamericano Mario Vargas Llosa.

Aunque la elección no requiere gran reflexión, es difícil hacer un camino en contra vía, en contra de la tendencia; porque indiscutiblemente los juegos del poder de la ideología dominante han calado profundamente en la producción literaria y el pensamiento actual. Así, mantener la idea de la responsabilidad social del escritor, la idea de una literatura subversiva, o al menos critica, que se reinvente en su concepción, forma, y contenido fuera de los márgenes de lo permitido e impuesto, significan una tarea quijotesca –imposible, anacrónica, absurda, no vigente. Sin embargo, así como uno acoge a la literatura como una forma de vida, el cómo concebimos a la literatura misma es también un acto vital.

En conclusión, después de esta incompleta, simple y primitiva reflexión existencial, manifiesto aquí mi credo: creo en la responsabilidad social del autor, en la importancia de tener una lectura crítica de todas las producciones intelectuales, en la necesidad de reinventar las formas literarias, no por un afán de trasgresión o ruptura de los paradigmas estéticos y del acuñamiento de un nombre en el salón de la fama de la literatura, sino por la necesidad ética, vital también, de buscar posiciones contrarias a la ideología dominante. Creo en la posibilidad de enriquecer la interpretación de la literatura desde otras disciplinas que nos permitan volver a entender a la literatura como parte y producto de una sociedad y época determinadas, comprender a la literatura como un gesto siempre político e ideológico. En conclusión, manifiesto aquí, después de esta breve-superficial-primitiva-chabacana reflexión, mi deseo de ser imposible, anacrónica, absurda y no vigente.


Generoso y comprensivo lector: para que no se le arruine el día con las líneas anteriores, lea el excelente artículo del escritor español Isaac Rosa: Reflexiones de un intelectual europeo. Si aún no puede superar el trauma, lea este texto de Belén Gopegui.