8.11.07

ELECCIONES VITALES

Una de las elecciones más importantes de mi vida ha sido la literatura. No sé exactamente cómo sucedió, ni cuándo fue, pero un día decidí ponerme esos enormes lentes que son la literatura y desde ellos miro, conozco, siento, amo, pienso, rabio, creo, hablo, vivo. Y dentro de esta elección, me enfrento continuamente a muchas otras, ahora por ejemplo: Opción A: no hacerme la estúpida y aceptar que el autor/lector tiene responsabilidad social y que todo acto de escritura-creación-lectura es un acto político. Opción B: seguir el juego a la peligrosa idea: “el principal compromiso del escritor es con su propia obra” o a la pose del arte por el arte o escribir/leer siguiendo las recetas del pluscuamperfecto idiota latinoamericano Mario Vargas Llosa.

Aunque la elección no requiere gran reflexión, es difícil hacer un camino en contra vía, en contra de la tendencia; porque indiscutiblemente los juegos del poder de la ideología dominante han calado profundamente en la producción literaria y el pensamiento actual. Así, mantener la idea de la responsabilidad social del escritor, la idea de una literatura subversiva, o al menos critica, que se reinvente en su concepción, forma, y contenido fuera de los márgenes de lo permitido e impuesto, significan una tarea quijotesca –imposible, anacrónica, absurda, no vigente. Sin embargo, así como uno acoge a la literatura como una forma de vida, el cómo concebimos a la literatura misma es también un acto vital.

En conclusión, después de esta incompleta, simple y primitiva reflexión existencial, manifiesto aquí mi credo: creo en la responsabilidad social del autor, en la importancia de tener una lectura crítica de todas las producciones intelectuales, en la necesidad de reinventar las formas literarias, no por un afán de trasgresión o ruptura de los paradigmas estéticos y del acuñamiento de un nombre en el salón de la fama de la literatura, sino por la necesidad ética, vital también, de buscar posiciones contrarias a la ideología dominante. Creo en la posibilidad de enriquecer la interpretación de la literatura desde otras disciplinas que nos permitan volver a entender a la literatura como parte y producto de una sociedad y época determinadas, comprender a la literatura como un gesto siempre político e ideológico. En conclusión, manifiesto aquí, después de esta breve-superficial-primitiva-chabacana reflexión, mi deseo de ser imposible, anacrónica, absurda y no vigente.


Generoso y comprensivo lector: para que no se le arruine el día con las líneas anteriores, lea el excelente artículo del escritor español Isaac Rosa: Reflexiones de un intelectual europeo. Si aún no puede superar el trauma, lea este texto de Belén Gopegui.

5 comentarios:

Sebastián Sacoto Arias S. dijo...

Cristina 1 - Resto del Mundo 0. ¿Cómo no voy a estar enamorado de vos?

Unknown dijo...

Estimada Cristina:
estoy de acuerdo con la responsabilidad del autor y con su incumbencia social; más todavía con la postura crítica, precisamente dicha postura permite trascender lo político ideológico y decir, sin tapujos, lo que cada uno cree.
Como dice Isaac Rosa lo que hace ese periódico de derecha es inadimisible. Para mí el autor sí debe estar comprometido socialmente y también con su obra, con el lenguaje, con la literatura, y no debe dejarse encasillar en ningún extremo ideológico.
Muchos, malamente, han entendido el compromiso como una actitud meramente política y han descuidado la calidad de su obra, no obstante por estar en la argolla han sido calificados de excelsos escritores. Eso también es injusto e irreal. otros han asumido el compromiso con una actitud paternalista, dadivosa y caritativa, como consecuencia, falsa e irrespetuosa.
personalmente, soy un escritor de izquierda (no extremista ni dogmático) y defiendo, desde mi condición, las causas que considero justas y humanitarias, aunque muchas veces no concuerde con el pensamiento de la mayoría.
Por ello no puedo dejar de reconocer la valía de muchas de las obras de Vargas Llosa (aunque ideológicamente seamos totalmente opuestos), como tampoco puedo dejar de criticar (lo he hecho incluso públicamente) ciertas posturas inconsecuentes de intelectuales que se califican de izquierda.
Este tema merece más espacio y una conversación más profunda, sin embargo, te dejo estas inquietudes.
un abrazo,
juan

Unknown dijo...

EStimada Cristina: te mando la opinión del escritor mexicano Jorge Volpi, aparecida en la revista Babelia, pertinente para el tema. Dice:

Se puede escribir tras la demolición? ¿Es la literatura tan solo un divertimento o tiene alguna función social para la civilización? Esas preguntas son las que se hace Jorge Volpi en "Babelia" y cita a comparecer en su alegato en defensa de la literatura a esa atractiva lista de escritores norteamericanos que escriben sobre el terrorismo en EEUU.

Dice Volpi: " la vez romántica y pragmática -la literatura como producto del espíritu, ajena a las desavenencias terrenales, o la literatura como diversión de burgueses dominados por la culpa-, esta visión naufraga. Como la agricultura, la tecnología o las leyes, la literatura es un producto de la evolución: pertenecemos a la única especie que utiliza la cultura como principal arma de supervivencia. La literatura no es una invención casual ni un divertimento, sino un vehículo de transmisión de ideas e historias que tienen efectos reales en ciertos individuos -los lectores-, y por tanto en la sociedad. Enterrado el comunismo y desacreditadas las utopías -con razón a la luz del siglo XX-, parecería que toda literatura que guarde algún tufo a compromiso debe ser ignorada y despreciada. El intelectual es visto con sospecha y las novelas políticas apenas reciben atención. Los estropicios del realismo socialista y la Revolución cubana justifican este rechazo, pero quizás valga la pena apostar, como lo han hecho brillantemente Bolaño o Coetzee, por una ficción política no sectaria. La perspectiva que la literatura puede ofrecer sobre los conflictos que dominan al mundo -y subyugan a millones- no debe ser intrascendente ni banal.

No es extraño que tantas novelas hayan pretendido abordar una de las preguntas capitales de nuestro tiempo: ¿por qué alguien se convierte en terrorista y, más aún, en suicida? El mal absoluto representado por los pilotos del 11 de septiembre -epítomes de los miles que se inmolan de Marruecos a Indonesia- no halla explicaciones claras en la psicología o la sociología y sólo la ficción es capaz de entrever las razones de estos monstruos (¿lo son?). Updike, Khadra, Safran Foer, Flanagan, Berberian o DeLillo se han enfrentado ya a este desafío. Sus esfuerzos no han resultado del todo convincentes, como si el martirio y la sinrazón religiosa no fuesen expresables mediante las convenciones de la novela contemporánea, pero sus fracasos no deben clausurar la empresa (Conrad o Dostoievski lo lograron en el pasado, e imagino que alguien como Ishiguro podría mostrar, con sutileza y paciencia, las torturas íntimas de los verdugos). A diferencia del análisis político o económico, la novela desmenuza las vidas de individuos concretos. Acaso sólo a través de ellos podamos atisbar qué hace que un ser humano destruya sin misericordia a otro ser humano. Ésta sigue siendo una de las grandes tareas de la ficción literaria, que no sólo aspira a la belleza y a la comprensión de los otros, sino a nuestra supervivencia."

John Galt dijo...

muy bueno el blog, continua con el arte... pasate por el mio, que tango algunos cuadros mios www.roloraffo-jr.blogspot.com

マジンガ SXEtto dijo...

"la pose del arte por el arte o escribir/leer siguiendo las recetas del pluscuamperfecto idiota latinoamericano Mario Vargas Llosa"

y como decirlo de mejor manera?, encasillar el sentimiento del escritor en las normas, reglas y tradicionalismos es pretender que las aves solo vuelen en línea recta.....

El sentimiento que se desborda del corazón y fluye por la mano para juntar dos palabras que de otro modo jamás se hubiesen fundido en un acto prosaico que emana mil interpretaciones no puede ser encarcelado en las normas, debe ser a lo sumo moldeado para mejorar ciertas facciones pero nada más.

Toda mi admiración a tu literatura